¡Hasta ahí no se puede llegar!

renderimagen.php_5-1-1-1-1-2-1-1-1-1-2-1-1-1-2-1-1-1-2-1-1-1-1-1
Por Fernando A. De León
Las grandes potencias; ¿deberían eliminar los Juegos Olímpicos, sólo porque fue en el régimen criminal del Tercer Reich de la Alemania nazi de Adolfo Hitler, en 1932, cuando se inventó la antorcha olímpica; en un recorrido de más de tres mil kilómetros de Grecia a Berlín? Estamos seguros que ninguna persona sensata aprobaría esa absurdidad.
 
Y hay otras valederas razones para determinar que ello sería una locura; un salvajismo y la iniciativa de un oligofrénico. Más que un evento deportivo de competencias, las olimpiadas, como sucedía en la antigua Grecia, simbolizan una época de tregua y acercamiento entre las  naciones competitivas. En ellas participan hasta representativos de Korea del Norte.
 
Más que una sana actividad, se rinde tributo a todas las etnias y razas que participan en estos actos competitivos. Partiendo de la antes expuesto, debemos confesar que nos sentimos indignados cuando, sorprendentemente, observamos cómo se discute sobre si Luisito Pie, un joven de ascendencia haitiana, ganador de la medalla de Bronce en la disciplina de Tae Kwan Do; es dominicano o no.
 
¡Hasta ahí no se puede llegar! Al igual que la música de nuestro hemisferio, las competencias deportivas, en sus diferentes modalidades y géneros es una práctica universal en la que todos hemos aportado un granito de arena, sobre todo los africanos. En estos juegos participan representantes de todas latitudes.
 
Resulta hasta penoso, el que la Junta Central Electoral (JCE), haya  precisado y certificado que Luisito Pie, al igual que su madre, es dominicano. Eso es un irrespeto a nosotros mismos, y al esfuerzo de los atletas de todos los confines que participan en estas celebraciones.
 
Además muestra que, exclusivamente, odiamos a los de ascendencia haitiana hasta legándonos, que sepamos, la única medalla.  Los cuestionamientos de algunos sobre el origen de Pie, realmente lo que hace es alertar a los organismos internacionales de que somos un país xenofóbico y salvaje, y que nuestro problema no es la simple regularización migratoria.
 
Y más que eso, demostramos no valorar el esfuerzo humano, el decoro y los méritos de un joven que no se ha destacado por ser delincuente, como podría suceder en cualquier país del mundo, con jóvenes que se sientan auténtica y legítimamente dominicanos.
 
Los que en algún tiempo practicamos atletismo como aficionados, amateurs o a nivel profesional, nos sentimos lastimados por los cuestionamientos a Luisito Pie. Nos preguntamos si hubiera sucedido lo mismo si este espigado joven dominicano hubiese sido de otra ascendencia. Por ejemplo: española.
 
Ante el esfuerzo, la disciplina y la nobleza de un atleta que se forja día con día para dar lo mejor, nunca debe haber asomo de xenofobia y racismo. Ello es propio de naciones inmaduras y cuasi salvajes.
El autor es periodista, miembros del CDP en Nueva York, donde reside

Tú Opinión Cuenta en este Sitio

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.